Un huracán es un sistema atmosférico cuyo viento circula en
dirección ciclónica, se originan en las regiones tropicales de
nuestro planeta entre las latitudes 5° y 30° norte y sur,
en las regiones y temporadas en que la temperatura del mar
es superior a los 26° C. Estos sistemas de tormenta exigen calor
y humedad, que transfiere el océano al aire en los niveles bajos
de la atmósfera. La combinación de estos dos elementos genera
movimiento de las masas de aire caliente hacia la atmósfera.
Si bien los huracanes son parte del clima y de la dinámica
de los ecosistemas en la Tierra, son considerados por el
hombre como desastres naturales debido a que a su paso
dañan la vegetación y la fauna que en ella habita.
Asimismo, en embargo, en las últimas décadas ha incrementado
su frecuencia e intensidad (es decir cada vez son más numerosos
y de mayor categoría) como consecuencia del cambio climático.
En cuanto a su efecto sobre la biodiversidad,
en los ecosistemas costeros estos fenómenos son muy
frecuentes y causan gran impacto como por ejemplo en
la pérdida de cobertura coralina, la defoliación,
desprendimiento y mortalidad de pastos marinos y macroalgas.
Muchas especies se ve arrastradas por la trayectoria del
huracán, por lo que llegan a sitios distintos de su hábitat
o bien no logrando sobrevivir a la fuerza del huracán.
Especies de peces, tortugas marinas, cangrejos y otra
vida marina menos móvil quedan a merced de la fuerza
del agua, no solo porque las olas los aplastan sino
también porque hay menos oxígeno disuelto en el agua
y se producen cambios rápidos en la salinidad.
Las enormes olas y la turbidez del agua pueden
levantar enormes cantidades de arena, asfixiando
esponjas marinas y gorgonias y destruyendo los
arrecifes de coral. Si sobreviven a la tormenta inicial,
los corales pueden aun así verse estresados por la turbidez
del agua, que bloquea la luz del sol que el alga simbiótica
que vive en el coral necesita para poder realizar la fotosíntesis,
lo mismo ocurre con los hábitats y poblaciones de especies de
fauna silvestre marinas. manatíes y delfines fuera del agua.
En los ecosistemas terrestres las mareas de tempestad y las enormes olas pueden provocar la erosión de las playas y dunas, pudiendo afectar gravemente a muchas especies de animales que viven en nichos ecológicos en dunas costeras y áreas arenosas, por ejemplo, los nidos de tortugas marinas, de lagartijas o de aves acuáticas como garzas, gaviotas y pelícanos pueden quedar arrasados o inundados. Se han encontrado flamencos muertos y cientos de aves extraviadas de sus patrones de migración tradicionales. El hábitat terrestre puede inundarse totalmente, eliminando por arrastre o ahogamiento a su fauna residente, especialmente pequeños mamíferos como ratones y conejos. Un factor de riesgo para selva es la mortalidad de árboles altos que son más vulnerables, a mayor daño en los árboles la fauna es menor por ejemplo en el venado de cola blanca, faisán y temazate y demás animales que se alimentan de follaje y frutos; otro riesgo es que la gran cantidad de lluvia hace que el peso de colonias grandes de epífitas caiga al romperse las ramas.
Es necesario resaltar, que los huracanes son importantes para la flora y la fauna no solo por sus efectos negativos, sino también positivos, así por ejemplo fenómeno de liberación de energía y agua de los huracanes permite que las presas de almacenamiento se llenen y que los ríos y arroyos se limpien, que los acuíferos subterráneos se recarguen de agua y los cultivos produzcan más de lo esperado, evitando así terribles sequías.
Las selvas perennifolias también se benefician de los huracanes, ya que al caer los árboles se forman claros en el dosel, lo que detona la germinación y crecimiento de diferentes especies vegetales.
Objetivo
Que los visitantes conozcan no solo los efectos negativos, sino también, los positivos sobre la fauna y flora de los hábitats relacionados.