Responsable
Profr. Matías Martínez Coronel.
En Resumen:
Volar, volar, volar. Es el sueño de muchos humanos. Dejar el piso y dejarse llevar por el viento. Pero los humanos no podemos hacerlo
con nuestros propios medios, necesitamos de artefactos para lograrlo. Entre los mamíferos, los únicos con esta capacidad son los
murciélagos. Al igual que algunos insectos y las aves, o como anteriormente lo hicieron los pterodáctilos, los murciélagos están
diseñados para volar. Pero, ¿cómo llegar a ser un murciélago? Ser un murciélago, no es sencillo y aprender a volar es una tarea
complicada. A continuación hablaremos de la historia de Leptonycteris yerbabuenae, conocido como murciélago hocicudo o magueyero y
de cómo aprende a volar.
Los murciélagos son el único grupo de mamíferos con capacidad de vuelo, y representan al segundo
grupo más diverso de mamíferos. Hasta la fecha se conocen alrededor de 1200 especies, lo que ubica a este grupo como el segundo más
diverso de mamíferos, después de los roedores. A diferencia de los roedores de su mismo tamaño como las ratas y ratones, los murciélagos
no poseen una fecundidad alta, es decir la mayoría de las especies paren una sola cría en cada evento reproductivo. Asimismo, muchas
especies de zonas templadas y zonas tropicales solo paren una vez al año. Esta limitante convierte a los murciélagos en un grupo vulnerable
ante los cambios provocados por el hombre, ya que no tienen la capacidad de respuesta de sus primos los roedores para reproducirse
rápidamente y repoblar un ambiente devastado o cambiante.
Durante el día L. yerbabuenae se refugia en cuevas, donde integra
colonias mixtas (con individuos de ambos sexos), de hembras exclusivamente o solo de machos. En Chiapas, ésta especie habita en cuevas como
El Tempisque, La Chepa y Los laguitos. En El Tempisque habita una colonia todo el año, es mixta entre marzo y septiembre y solo de machos el
resto del año, mientras que la cueva de La Chepa es ocupada solo ocasionalmente por una colonia mixta, en cambio en la cueva de Los Laguitos,
habita una colonia mixta residente todo el año. A diferencia de las condiciones que predominan en las cuevas del Tempisque o La Chepa, la cueva
de Los Laguitos posee una temperatura ambiental superior a los 32 ºC y una humedad relativa > 90%, representa un sitio idóneo para ser usado como
lugar de maternidad por esta especie, así como por otras ocho especies de murciélagos. Por esta razón, a la cueva de Los Laguitos, además de la
colonia residente, llegan grupos de hembras preñadas de otros lugares para parir y criar a sus hijos. En algunos años, las hembras empiezan a
llegar a partir de agosto, a veces en septiembre y en otras ocasiones lo hacen hasta octubre. Todas ellas integran una enorme colonia de
maternidad. Los partos inician a finales de octubre, cuando la hembra da a luz a un crío que nace desnudo, con los ojos cerrados e incapaces de
volar y termorregular. Al principio los críos se quedan donde la madre lo deja cada noche, pero a partir del décimo día de edad, estos empiezan
a moverse e integrar grupos con sus vecinos, al mismo tiempo inician sus movimientos de aleteo, como un preludio para lograr el vuelo. Algunos
murciélagos empiezan sus intentos de vuelo días después y los más precoces son capaces de volar ya a partir de los 15 días de edad, otros a los
20 y algunos hasta los 30 días. A los 35 días todos los individuos ya vuelan. Al mismo tiempo que van creciendo, los individuos que nacen desnudos
se cubren de pelo, que al principio es grisáceo, pero a partir del día 25 se torna negro y después de los 35 días empiezan a cambiar su pelaje negro
juvenil por el pelaje pardo del adulto.
Aprender a volar es un proceso complicado para un murciélago, podemos compararlo al aprendizaje de
caminar por los humanos, que después de muchos intentos y caídas lo logramos, solo que en los murciélagos las consecuencias de un error son
generalmente fatales, y corresponde a un momento de alta mortalidad en estos animales. Para lograr el vuelo, un murciélago debe tener su sistema
muscular y esquelético, su sentido de la “ecovisión” (uso de sonidos y sus ecos para “ver” su ambiente externo, similar a como usamos la vista los
humanos) y coordinación para aletear, “ver” y perchar (asirse de las paredes y techos de la cueva) bien desarrollados. Si un murciélago es incapaz de
“ver” y orientarse en la oscuridad, seguro fracasará en su intento de volar ya que chocará con las paredes, y un golpe podrá fracturarle el ala, una
pierna o desnucarlo, situación que pondrá en riesgo su vida. Asimismo, si el joven es incapaz de perchar o asirse de las paredes de la cueva, la caída
está asegurada y su muerte también, porque en el piso de la cueva hay todo un ejército de depredadores integrado por hormigas, correcaminos, tlacuaches,
zorras, cucarachas, escarabajos, arañas, ciempiés y garrapatas, quienes están listos para consumir a todo aquel desafortunado que caiga al piso. La muerte
puede ser cruel y dolorosa si el individuo no es capaz de trepar rápidamente a las paredes. Una vez que inicia el vuelo, este se va perfeccionando cada día
que pasa, de manera que alrededor de los 40-50 días de edad los murciélagos son capaces de realizar pequeños viajes al exterior de la cueva, y ya para
alrededor de los 50-60 días salen acompañados de los adultos a buscar alimento por sí mismos. Y, en el caso de las mamás que provienen de otras cuevas,
junto con sus hijos hacen el viaje de regreso a su lugar de origen. En cambio aquellos que pertenecen a la cueva de Los Laguitos, se quedan y ocupan el
sitio que durante generaciones han ocupado sus ancestros.
Perfil profesional del o de los responsables
Profr. Matías Martínez Coronel
Durante los últimos 19 años he estudiado la biología de los murciélagos cavernícolas en el estado de Chiapas. La mayoría de las investigaciones se
han realizado investigaciones sobre distribución, abundancia, reproducción y alimentación de la comunidad de murciélagos de la cueva
“Los Laguitos”, ubicada en las orillas de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
|